Tuesday, December 01, 2009

Olga Pertierra

El pasado día 29 de noviembre falleció Olga Pertierra abogada, poeta y colaboradora de Cubadebate. Además madre de José Pertierra, destacado miembro de la comunidad cubana en Estados Unidos y abogado especializado en temas migratorios. A sus hijos y el resto de los familiares de Olga, mis condolencias.

Como un recuerdo a su memoria transcribo este texto que redactó cuando visitó a Cuba en el 2004 y presentó en el verano de ese año en el Encuentro “La Nación y la Emigración”, en La Habana, y el cual tomé prestado del sitio web Cubadebate.


Salí de Cuba en 1961. Antes de regresar el pasado marzo (2004), mi pensamiento era que, si moría, deseaba reposar en suelo cubano para que la tierra de mi país me cubriera, como así lo anhela la gran poetisa Carilda Oliver Labra. Ella dijo: “yo no guardaré conmigo ningún poco de patria, la quiero toda sobre mi tumba.”

Esta idea me obsesionaba y me hizo regresar a Cuba. Quería visitar el cementerio donde reposa mi padre, y ver el lugar donde algún día irán a enterrarme. Mi hijo José Ignacio me secundó y me ayudó a realizar este propósito. Pero cuando llegue a Cuba, se alejó la idea de la muerte. Me sentí tan feliz estando aquí… El ambiente que encontré fue tan acogedor, que olvidé mis pensamientos fúnebres y le dije a mi hijo: “No, no me voy a morir ahora. Quiero volver de nuevo a Cuba para disfrutar aquí de la vida”.

En Cuba encontré una hermandad que antes no existía. Los cubanos están unidos por el vinculo del amor y por la simpatía. Existe la ayuda mutua. Impera el deseo de superación. No tienen muchos bienes materiales, y aun así ofrecen pequeños regalos. Nadie se siente superior a los demás. Y yo creo que todo esto se debe a la Revolución. Verdaderamente me sorprendió este comportamiento que antes no existía. Y puedo atestiguarlo.

Los cubanos estudian, leen, se superan y han alcanzado con dignidad la meta de vivir en una Cuba libre de ataduras, a pesar de un bloqueo criminal decretado por el Gobierno americano, en nombre de una supuesta democracia. En nombre de esa supuesta democracia, se castiga a los niños privándoles de alimentos. Se castiga a los enfermos privándolos de medicinas. Se castiga a los quieren permanecer en su patria y no buscan fortuna en una patria ajena. ¿Es esto democracia?

La actitud del Gobierno americano y la respuesta digna de los cubanos, me hacen recordar al valiente indio Hatuey, cuando iban a quemarlo vivo los españoles por rebelarse contra ellos. Momentos antes de encender la hoguera, le preguntaron si quería comulgar para poder ir al cielo. Hatuey preguntó si los españoles también iban al cielo. Y al contestarle afirmativamente, el digno Hatuey contestó: “Si los españoles van al cielo, entonces yo no quiero ir.” Siempre he creído en la democracia y he apreciado en todo su valor, pero si se usa como un escudo para cubrir maldades, entonces no quiero esa supuesta democracia porque deja de tener su sentido ético y deja de ser democracia.

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