Thursday, October 15, 2009

Estómagos vacíos, medio vacío y llenos

Así está La Habana hoy. En medio de un calor “extravagante”, que nos tiene fastidiados, porque en esta época del año se supone que ya no tuviéramos esas temperaturas por las nubes. Con la canícula estamos pero recibiendo la gran noticia de que para el sábado entrará un frente frío, que por lo menos dejará las temperaturas de una manera confortable para seguir nuestro diario batallar, y como es habitual con una sonrisa, que no cuesta nada.

Y precisamente recorriendo este mundo “interneciano”, disculpen por inventar mi palabrita de vez en vez, leía acerca de una de tantas investigaciones que se hacen, algunas más originales que otras. Tenemos esta que hiciera la fundación New Economics Foundation, que radica en Inglaterra. El denominado Índice del Planeta Feliz (IPF), un indicador del bienestar
humano alternativo a los tradicionales, y la muestra abarcó 143 países que albergan el 99 por ciento de la población mundial.

Los parámetros que utilizan para llegar a estos resultados fueron: la esperanza
de vida, la satisfacción vital que expresan los ciudadanos de cada país y la
huella ecológica que dejan para obtener el nivel de vida que consideran necesario para ser felices. Aunque en ningún país donde se hicieron los estudios consigue conjugar al unísono los tres objetivos, pero las diferencias entre las naciones muestran que es posible vivir vidas prolongadas y felices que las de las naciones con mayor consumo.

Dice el informe que “El desafío para occidente, no es el de no continuar aumentando nuestros ingresos monetarios sino asegurar vidas significativas y fuertes lazos sociales.”. O sea, que se puede tener buenas vidas sin que cuesten una fortuna.

En definitiva la cuestión es demostrar el viejo proverbio de que “el dinero no da la felicidad.” Aunque no es menos cierto que, por lo menos hasta ahora, se necesitan ciertos recursos, porque tampoco se puede encontrar la felicidad en las pobrezas extremas que se viven en muchos lugares del planeta.


Un ejemplo de ello es que ayer salía una noticia que ensombrecía al más optimista: “El número de seres humanos que sufren hambre en el mundo pasará en 2009 de mil millones, más que nunca.” “el número de hambrientos aumentó ya, como consecuencia de la crisis financiera y económica, según el más reciente Informe sobre el Hambre en el Mundo, de la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO).


No faltará quien plantee que la situación cubana debe estar dentro de ese rango. Sin embargo, lamento disentir. Es verdadero, para empezar que los alimentos nos cuestan gran parte del salario, y que no hay variedad de productos en el mercado, incluso hay tipos de mercancías que ni se ven.
Tal vez muchas de las cosas que a mi me gustan ingerir no las hay, o escasean, o peor aún cuestan tan caras que no las compro. Pero hasta ahora, deleitando el plato a haciéndole muecas, por lo menos algo siempre he tenido. Hay quienes pueden llenar más el plato, a quienes lo pueden llenar menos. Pero eso no evita que tengamos el plato en la mesa con algo comestible en su superficie.

Y lo digo porque oigo a quienes expresan tanto dentro como fuera de Cuba del hambre que tenemos y me es imposible asentir ante tal observación. Problemas de diversa índole claro que los hay, en todas partes se cuecen habas.

Pero yo creo que es imposible que tantos gordos en Cuba me hagan quedar mal.

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