Seguimos los acontecimientos de Honduras, de muy cerca. El mundo también está atento al acontecer centroamericano. Mi amiga, la destacada periodista Elsa Claro, me envió estos trabajos sobre el tema, los cuales me parece que contienen valiosas reflexiones. Así que no pierdan un detalle de los comentarios de ella.
UN GOLPISTA EN EL ESPEJO
Por Elsa Claro
Para Roberto Micheletti, es enteramente normal haber entrado por la fuerza en la residencia y habitaciones privadas de Manuel Zelaya, haberle sacado bajo amenaza de armas y bravuconadas hacia destino desconocido.Para quien pretende ser presidente de Honduras, está dentro de las reglas haber tomado, también por la fuerza, a varios miembros del gabinete legalmente constituido y enviar a algunos de ellos fuera del país en contra de su voluntad, como hizo con la canciller Patricia Rodas y con el propio Zelaya.Es "constitucional" haber ordenado el sobrevuelo de aviones de guerra y helicópteros, silenciar las cadenas de radio y televisión ¡incluso la CNN! en cuanto esta dejó de concordar con los golpistas.Micheletti calificó, campanudo o cínico, si se prefiere, de "proceso absolutamente legal", el puesto en marcha con su plena participación y apoyo. Dudo que exista una sola Carta Magna donde esté admitido vulnerar códigos tenidos por buenos a escala mundo solo porque un jefe de estado pretendía realizar una consulta popular, pero el ex titular del Congreso hondureño cataloga de "delito flagrante" ese sondeo frustrado y asegura que la ley le amparan a tanto a él como a sus cómplices.La desfachatez de Micheletti sobrepasa otros límites. Dijo que recibiría "con mucho gusto" al depuesto mandatario. "Creo que si él, en su momento desea regresar al país (...) sin apoyo de don Hugo Chávez, nosotros, con mucho gusto, vamos a recibirlo con los brazos abiertos".La insistencia en culpar a ajenos de las inconsecuencias y pecados propios no convence ni al más incauto. Es demasiado viejo lo de culpar al "oro de Moscú" o al "comunismo internacional" de todo cuanto oliera a reivindicaciones que, en este caso, están lejos de tener contexto.Quizás lo sucedido sea tan sencillo como que la oligarquía de Honduras, viendo expandirse en el Continente medidas de justicia social que limitarían algo sus eternos privilegios, decidieron adelantarse, posiblemente demasiado y tarde. Quienes siegan antes de que nazca la espiga, suelen quedarse también sin grano
ESTOS TIEMPOS OTROS
Por Elsa Claro
(…) "en nuestra región los militares golpistas no tienen cabida" (…) "no reconoceremos a la misma fuerza que impulsó el rompimiento constitucional" en Honduras. Estas frases pudieran atribuirse a cualquier presidente de izquierda, como están denominando algunas agencias a las figuras más prominentes y lúcidas de Nuestra América, pero no, en realidad pertenecen al máximo representante de la OEA, José Miguel Insulza, quien, fue terminante al aclarar que la fuerte denuncia, alcanzada por aclamación en el ámbito de la desprestigiada entidad regional, "la aleja de oscuros períodos de la historia de nuestro continente" y la instala a la cabeza de la defensa de los valores de la democracia. "Queremos cambiarla, hemos tratado de hacerlo porque estamos convencidos que su futuro está condicionado por su capacidad de terminar con las cosas negativas que tanto daño le han hecho a nuestros países en el pasado".
Ya se sabrá si ese empeño, loable desde luego, se alcanza de forma permanente o no, pero de que es resultante hija de los tiempos en curso, no quedarán dudas en la Historia, ni siquiera en la que se escribe a espaldas de la verdad.
Y siendo exactos ante los anales sobre los cuales se hace y comenta lo ocurrido, deben atribuirse las primeras y más fuertes condenas al golpe militar-oligárquico en el país centroamericano a los miembros más prominentes de la Alianza Bolivariana para las Américas, ALBA, que movilizaron el criterio internacional en total rechazo a la violación cometida contra el mandato constitucional de Manuel Zelaya y exigiendo el inmediato el retorno al estado de derecho en la República de Honduras. Denuncias y actos oficiales que posiblemente hayan evitado fatales derramamientos de sangre, ocurrieron incluso antes de que los promotores de la asonada tuvieran tiempo de concretar la farsa de una supuesta renuncia del mandatario secuestrado y la fraudulenta investidura de Roberto Micheletti, quien, para sentirse dueño del poder emitió como primer decreto un toque de queda en el país. Será para que los hondureños no se expresen porque los recursos represivos están en sus manos.
La repetición de escenas y contenidos espurios ocurridos en Tegulcigalpa, remiten a los casi idénticos acontecidos en el 2002 en Venezuela, pese a que los personajes secuestrados (Hugo Chávez por entonces y Manuel Zelaya ahora) proceden de corrientes políticas distintas y procesos también disímiles.
Si el sistema de Integración Centroamericana, el MERCOSUR y UNASUR, la ONU y la Unión Europea, respondieron rápido y de modo honorable a la penosa circunstancia, se debe a la verticalidad y prontitud con que actuaron los jefes de estado latinoamericanos colocándose al lado del pueblo y dirigentes ofendidos.
Pienso, además, que el ALBA acaba de valorizar sus esencias solidarias, consumadas en esta defensa del derecho internacional y a haciendo gala de sus principios fundacionales.
En cuanto a la OEA y recordando lo dicho por Fidel el pasado 25 de junio "...Lo que allí ocurra será una prueba para la OEA y para la actual administración de Estados Unidos" no hay que negarles la buena nota, aunque el sello distintivo sea el de hecho en Latinoamérica y El Caribe.
Por Elsa Claro
(…) "en nuestra región los militares golpistas no tienen cabida" (…) "no reconoceremos a la misma fuerza que impulsó el rompimiento constitucional" en Honduras. Estas frases pudieran atribuirse a cualquier presidente de izquierda, como están denominando algunas agencias a las figuras más prominentes y lúcidas de Nuestra América, pero no, en realidad pertenecen al máximo representante de la OEA, José Miguel Insulza, quien, fue terminante al aclarar que la fuerte denuncia, alcanzada por aclamación en el ámbito de la desprestigiada entidad regional, "la aleja de oscuros períodos de la historia de nuestro continente" y la instala a la cabeza de la defensa de los valores de la democracia. "Queremos cambiarla, hemos tratado de hacerlo porque estamos convencidos que su futuro está condicionado por su capacidad de terminar con las cosas negativas que tanto daño le han hecho a nuestros países en el pasado".
Ya se sabrá si ese empeño, loable desde luego, se alcanza de forma permanente o no, pero de que es resultante hija de los tiempos en curso, no quedarán dudas en la Historia, ni siquiera en la que se escribe a espaldas de la verdad.
Y siendo exactos ante los anales sobre los cuales se hace y comenta lo ocurrido, deben atribuirse las primeras y más fuertes condenas al golpe militar-oligárquico en el país centroamericano a los miembros más prominentes de la Alianza Bolivariana para las Américas, ALBA, que movilizaron el criterio internacional en total rechazo a la violación cometida contra el mandato constitucional de Manuel Zelaya y exigiendo el inmediato el retorno al estado de derecho en la República de Honduras. Denuncias y actos oficiales que posiblemente hayan evitado fatales derramamientos de sangre, ocurrieron incluso antes de que los promotores de la asonada tuvieran tiempo de concretar la farsa de una supuesta renuncia del mandatario secuestrado y la fraudulenta investidura de Roberto Micheletti, quien, para sentirse dueño del poder emitió como primer decreto un toque de queda en el país. Será para que los hondureños no se expresen porque los recursos represivos están en sus manos.
La repetición de escenas y contenidos espurios ocurridos en Tegulcigalpa, remiten a los casi idénticos acontecidos en el 2002 en Venezuela, pese a que los personajes secuestrados (Hugo Chávez por entonces y Manuel Zelaya ahora) proceden de corrientes políticas distintas y procesos también disímiles.
Si el sistema de Integración Centroamericana, el MERCOSUR y UNASUR, la ONU y la Unión Europea, respondieron rápido y de modo honorable a la penosa circunstancia, se debe a la verticalidad y prontitud con que actuaron los jefes de estado latinoamericanos colocándose al lado del pueblo y dirigentes ofendidos.
Pienso, además, que el ALBA acaba de valorizar sus esencias solidarias, consumadas en esta defensa del derecho internacional y a haciendo gala de sus principios fundacionales.
En cuanto a la OEA y recordando lo dicho por Fidel el pasado 25 de junio "...Lo que allí ocurra será una prueba para la OEA y para la actual administración de Estados Unidos" no hay que negarles la buena nota, aunque el sello distintivo sea el de hecho en Latinoamérica y El Caribe.
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