Leyendo las noticias internacionales el fenómeno informativo que mayor énfasis y espacio se lleva, es la crisis económica. No puede ser de otra manera. La situación parece crítica en cualquier lugar para donde te vires.
La parte más dolorosa de todas estos por cientos, bajas y alzas de las bolsas son los despidos masivos que se están llevando a cabo en muchos países.
Este renglón más que un dato estadístico representa un fuerte golpe para aquellos que de pronto se ven sin empleo y con pocas perspectivas de conseguir otro trabajo en un mercado donde es más usual que los dejen en paro a que los contraten.
A nuestros habitantes, que en la vorágine diaria de problemas y dificultades no echamos a ver que, hasta ahora no tenemos despidos. Es cierto que nuestros salarios son magros y que en esa conversión de CUC (billetes nacionales que lo avalan moneda libremente convertible) contra pesos cubano, la cifra es reducida.
Pero en la vida todo tiene dos caras. Y cuando te sientas a pesar descubres que, además de no pagar los servicios de salud, ni los de educación, incluyendo en este último el no pago de la merienda que les dan a los estudiantes de secundaria, la renta de la vivienda también es una cifra reducida, y eso para aquellos que pagan, pues hace unos cuantos años dieron los títulos de propiedad a la gran mayoría de las personas.
Esto significa que les tasaron las viviendas, les estipularon una mensualidad y ya una gran cantidad de individuos concluyeron esos pagos.
Pero a lo que iba, ese temor que aflora en estos instantes en muchas partes del mundo ante la posibilidad de perder el empleo, aquí no se da. Tenemos cierta seguridad, de que aunque cobremos unos salarios que no nos alcanzan para adquirir todo lo que quisiéramos o necesitamos, por lo menos no iremos a la calle, como cesantes.
Precisamente escuchaba hace un par de días, un reportaje sobre los trabajadores de los centrales azucareros que cuando se cerraron una buena cantidad de estas fábricas, en busca de una mayor rentabilidad, los obreros que sobraban los pusieron a estudiar diversas especialidades, con pago inclusive. Y al cabo de estos años ya hay una camada de graduados.
En definitiva, la crisis económica que padece el planeta, nos tocara de alguna manera, tampoco será fácil para nosotros, pero por lo menos no tendremos el corazón en la boca esperando que nos dejen sin empleo.
La parte más dolorosa de todas estos por cientos, bajas y alzas de las bolsas son los despidos masivos que se están llevando a cabo en muchos países.
Este renglón más que un dato estadístico representa un fuerte golpe para aquellos que de pronto se ven sin empleo y con pocas perspectivas de conseguir otro trabajo en un mercado donde es más usual que los dejen en paro a que los contraten.
A nuestros habitantes, que en la vorágine diaria de problemas y dificultades no echamos a ver que, hasta ahora no tenemos despidos. Es cierto que nuestros salarios son magros y que en esa conversión de CUC (billetes nacionales que lo avalan moneda libremente convertible) contra pesos cubano, la cifra es reducida.
Pero en la vida todo tiene dos caras. Y cuando te sientas a pesar descubres que, además de no pagar los servicios de salud, ni los de educación, incluyendo en este último el no pago de la merienda que les dan a los estudiantes de secundaria, la renta de la vivienda también es una cifra reducida, y eso para aquellos que pagan, pues hace unos cuantos años dieron los títulos de propiedad a la gran mayoría de las personas.
Esto significa que les tasaron las viviendas, les estipularon una mensualidad y ya una gran cantidad de individuos concluyeron esos pagos.
Pero a lo que iba, ese temor que aflora en estos instantes en muchas partes del mundo ante la posibilidad de perder el empleo, aquí no se da. Tenemos cierta seguridad, de que aunque cobremos unos salarios que no nos alcanzan para adquirir todo lo que quisiéramos o necesitamos, por lo menos no iremos a la calle, como cesantes.
Precisamente escuchaba hace un par de días, un reportaje sobre los trabajadores de los centrales azucareros que cuando se cerraron una buena cantidad de estas fábricas, en busca de una mayor rentabilidad, los obreros que sobraban los pusieron a estudiar diversas especialidades, con pago inclusive. Y al cabo de estos años ya hay una camada de graduados.
En definitiva, la crisis económica que padece el planeta, nos tocara de alguna manera, tampoco será fácil para nosotros, pero por lo menos no tendremos el corazón en la boca esperando que nos dejen sin empleo.
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