Huracanes otra vez

No fue sorpresa que un huracán nos atravesara a la altura del mes de noviembre. Precisamente Paloma, como fue bautizado, recorrió la ruta de un evento de gran magnitud que arrasó en 1932, al penetrar en el pueblo costero de Santa Cruz del Sur y provocar un maremoto en el cual perdieron la vida 3 033 personas. No está de más reiterar que aunque la frecuencia de estos eventos no son ajenos al área, sí el cambio climático ha provocado un auge en la intensidad de ellos. Con esta espada de Damocles deberá seguir cargando la humanidad en lo sucesivo.

Para suerte de los cubanos la estrategia política y social aplicada por el gobierno a través de la Defensa Civil ha garantizado que en todo el país se activen los mecanismos de defensa de las personas y de los recursos económicos ante la amenaza de los fenómenos naturales. Esto ha salvado infinidad de vidas.

Pero aunque lo humano es lo fundamental sin dudas, las perdidas materiales han sido cuantiosas, tanto que el presidente Raúl Castro declaraba durante una visita al poblado de Santa Cruz del Sur luego del paso del huracán, que los daños ocasionados por el trio de ciclones Gustav-Ike y Paloma, duplican las primeras valoraciones y llegan a US$9.349 millones, contando el impacto en las viviendas, las obras sociales, la agricultura y el sistema eléctrico.

Incluso las evacuaciones son costosas expresaba el presidente cubano, y añadió que antes del paso del último huracán fueron trasladadas a lugares seguros 1.200.000 personas, entre ellas la totalidad de la población de Santa Cruz del Sur, en la provincia de Camagüey.

Esta ha sido una temporada ciclónica terrible, pero por lo menos estamos vivos para continuar adelante. Pudiéramos decir que eso es bastante.