Un par de días atrás se cumplieron 63 años del horrible lanzamiento de la bomba atómica sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
El impacto, tanto material como psicológico en la población nipona fue también importante e inolvidable. Es así que una organización no gubernamental creada en 1991 y denominada Asociación de Piedras por la Paz de Hiroshima, se ha dedicado a la tarea de establecer contactos con diferentes países para donarles una losa del pavimento por donde cruzaba la linea de tranvías de la ciudad, las cuales luego de exhaustivos comprobaciones de autenticidad de la piedras y la comprobación de no tener radiactividad fueron talladas por voluntarios con el rostro de la Diosa de la Misericordia, conocida en ese país asiático como Kannon. Esa labor duro casi siete años en ser concluida y este recuerdo fue nombrado Piedra de la Promesa de Paz de Hiroshima.
Terminado esa parte de la tarea la organización las han ido donando a diversos países. La primera fue fue donada a Perú el 6 de agosto de 1991.
En lo adelante se han confiado estas muestras a otras naciones tanto de Norte y Sur América, como de Asia, Oceanía, África, Europa y el Medio Oriente.
En Cuba se develó el legado pacifista en noviembre de 1998, y quedó expuesta permanentemente en la Casa de Asia ubicada en la Habana Vieja.
Esas piedras reviven hoy su historia y hacen promesas por la paz. Sean estas línea un recordatorio de aquel catastrófico hecho que causó tantas muertes de inocentes y un rechazo a las guerras que aún se mantienen en el planeta.
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