Todos los índices y estadísticas apuntan a que Estados Unidos tiene el peor sistema de salud dentro de los países del llamado primer mundo. La cifra de personas que no está cubiertas por un seguro es bastante abultada y roza los 46,5 millones.
Precisamente en la actualidad el tema se debate en diversos círculos norteamericanos, promovido por el estreno del documental Sicko, del cineasta estadounidense Michael Moore, quien desnuda las deficiencias sanitarias que poseen, a la vez que denuncia las políticas en ese renglón del presidente George Bush, quien entre sus últimas propuestas está un recorte más a los presupuestos médicos para los pobres. Pero tal vez, para W. Bush y su camarilla, lo más imperdonable que hizo Moore es elogiar en su documental el sistema cubano de salud pública. Por cierto que esta visita a Cuba le acarreó una investigación abierta por el gobierno sobre el viaje para rodar su película. Moore, quien acreditó a las autoridades competentes su carrera como periodista durante más de treinta años, y mantiene que su viaje a la Isla tuvo lugar respondiendo a dicho oficio, algo que recoge la ley y que evita el bloqueo que tienen contra Cuba los Estados Unidos.
Volviendo al tema, precisamente la prensa de California reportaba, por estos días, que el sistema de salud en ese estado podría entrar en situación crítica si en los próximos años no se gradúan más médicos. Sin embargo, los expertos señalaron que el principal escollo es que en la actualidad no existe suficiente cupo en las aulas para que un mayor número de interesados pueda estudiar carreras médicas.
También hay que entrar a considerar que la carrera de medicina en Estados Unidos es un coto cerrado, es muy cara y después, en caso de haber podido pagar para llegar a graduarse, los requerimientos que exigen para ejercerla son arduos y enmarañados.
Mientras esto sucedía allá, en la Isla caribeña, se celebraba la graduación de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) , donde 8 jóvenes estadounidenses, luego de seis años de estudios, recibieron sus diplomas como médicos, reconocidos por la Organización Mundial de la Salud. Los estudiantes, de familias de bajos recursos, pudieron acceder a la carrera gracias a la beca del gobierno cubano, que incluían las clases, los libros de texto, la comida y el hospedaje. Un espacio substancial en la formación académica de estos chicos es que no fueron entrenados para comercializar con la medicina. Ellos deberán regresar a sus comunidades en Estados Unidos y ofrecer servicios asistenciales de bajo costo a quienes lo necesiten.
Melissa Barber una de las graduadas comentaba que aunque deberán pasar por rigurosos exámenes antes de poder ejercer la carrera en su país natal, de todas formas en los EE.UU. no hubiera podido estudiar para galeno por falta de dinero.
Según Lucios Walker, los estudios que realizaron en Cuba, completamente gratis, les hubieran costado unos 200.000 dólares en su país, cifra que los obligaría a endeudarse y no poder brindar atención a los sectores necesitados que a su vez no podría pagarlos.
Esta posibilidad que tuvo este grupo de muchachos se debió a un acuerdo entre el presidente Fidel Castro y miembros del bloque de legisladores negros del congreso estadounidense. En la actualidad estudian 10.225 alumnos de diferentes países del Tercer Mundo, 80 son estadounidenses.
Precisamente en la actualidad el tema se debate en diversos círculos norteamericanos, promovido por el estreno del documental Sicko, del cineasta estadounidense Michael Moore, quien desnuda las deficiencias sanitarias que poseen, a la vez que denuncia las políticas en ese renglón del presidente George Bush, quien entre sus últimas propuestas está un recorte más a los presupuestos médicos para los pobres. Pero tal vez, para W. Bush y su camarilla, lo más imperdonable que hizo Moore es elogiar en su documental el sistema cubano de salud pública. Por cierto que esta visita a Cuba le acarreó una investigación abierta por el gobierno sobre el viaje para rodar su película. Moore, quien acreditó a las autoridades competentes su carrera como periodista durante más de treinta años, y mantiene que su viaje a la Isla tuvo lugar respondiendo a dicho oficio, algo que recoge la ley y que evita el bloqueo que tienen contra Cuba los Estados Unidos.
Volviendo al tema, precisamente la prensa de California reportaba, por estos días, que el sistema de salud en ese estado podría entrar en situación crítica si en los próximos años no se gradúan más médicos. Sin embargo, los expertos señalaron que el principal escollo es que en la actualidad no existe suficiente cupo en las aulas para que un mayor número de interesados pueda estudiar carreras médicas.
También hay que entrar a considerar que la carrera de medicina en Estados Unidos es un coto cerrado, es muy cara y después, en caso de haber podido pagar para llegar a graduarse, los requerimientos que exigen para ejercerla son arduos y enmarañados.
Mientras esto sucedía allá, en la Isla caribeña, se celebraba la graduación de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) , donde 8 jóvenes estadounidenses, luego de seis años de estudios, recibieron sus diplomas como médicos, reconocidos por la Organización Mundial de la Salud. Los estudiantes, de familias de bajos recursos, pudieron acceder a la carrera gracias a la beca del gobierno cubano, que incluían las clases, los libros de texto, la comida y el hospedaje. Un espacio substancial en la formación académica de estos chicos es que no fueron entrenados para comercializar con la medicina. Ellos deberán regresar a sus comunidades en Estados Unidos y ofrecer servicios asistenciales de bajo costo a quienes lo necesiten.
Melissa Barber una de las graduadas comentaba que aunque deberán pasar por rigurosos exámenes antes de poder ejercer la carrera en su país natal, de todas formas en los EE.UU. no hubiera podido estudiar para galeno por falta de dinero.
Según Lucios Walker, los estudios que realizaron en Cuba, completamente gratis, les hubieran costado unos 200.000 dólares en su país, cifra que los obligaría a endeudarse y no poder brindar atención a los sectores necesitados que a su vez no podría pagarlos.
Esta posibilidad que tuvo este grupo de muchachos se debió a un acuerdo entre el presidente Fidel Castro y miembros del bloque de legisladores negros del congreso estadounidense. En la actualidad estudian 10.225 alumnos de diferentes países del Tercer Mundo, 80 son estadounidenses.